miércoles, 31 de agosto de 2011

Alberto Vigil-Escalera y Canosa:

Nació en Pola de Siero en 1924, era el sexto de los ocho hijos de Juan Vigil-Escalera y Bros y de Alberta Canosa y Andrade. Poeta bohemio y solitario, murió en 1957, muy joven, a los 33 años y antes de su muerte él mismo había destruido por el fuego toda su obra poética. Con lo poco que su amigo, el pintor y escritor mallorquín, Toméu Pons,  pudo salvar, se editó un libro, “in memorian”, llamado “Fundamentalmente bueno” que es el mejor título que orla vida tan corta como buena y generosa.

El relato sobre su biografía se debe a la muy bien documentada pluma de un sierense de gran erudición en todos los temas que tengan que ver con Pola de Siero, Enrique Medina Vigil-Argüelles, quien dice de sí mismo a modo de presentación:

“Soy de Siero, ribereño de El Nora y aldeano. Nací en La Carrera de Siero, barrio de Posada y en el «Llugar d'Arriba». Por lo mismo, «Fariñón» de pura cepa. (Aclaro: este gentilicio nos lo adjudican desde la época de la Reconquista a los habitantes de los barrios del Oriente de la parroquia de La Carrera, tiene su larga historia para contar y también su leyenda). Algunos dicen: «que los aquí nacidos tienen una carrera de nacimiento»”

Nadie mejor que Enrique Medina Vigil-Argüelles para glosar la biografía de Alberto Vigil-Escalera y Canosa:


“Empezó muy joven a trabajar en la banca familiar y de cajero en la tienda de sus padres, después de pasar por los colegios de la Pola, Villaviciosa, Valladolid y Madrid e iniciar los estudios de abogado que nunca llegó a terminar.

No era un hombre estudioso ni organizado, sino de extraordinario carácter “fundamentalmente bueno”, como el título que, “in memorian”, le dedica, en 1959, su íntimo amigo, el también bohemio escritor y compañero de vivencias juveniles, el mallorquín Tomeu Pons.

Con Alberto coincide Toméu en un cuartel de infantería, haciendo la milicia universitaria en Salamanca, en el verano de 1950 y ya se hacen amigos inseparables. Entonces Alberto estaba triste y deprimido. No había superado la muerte de sus dos hermanos fallecidos en la guerra civil; José María murió en el frente de Teruel y Gregorio en El Naranco de Oviedo. (En memoria, doña Alberta Canosa y Andrade, su madre, reconstruye la ermita del Cristo de Santa Ana de pola de Siero, que en 1934 había sido arrasada y calcinada)

Alberto y Toméu se instalan en la embelesadora Cala d´Or. Sus vidas están libres de cargas y de preocupaciones. Alberto deambula por la solitaria orilla del mar. Escribe bajo el sol y las estrellas; en la arena de la playa y en papeles sueltos y desperdigados. Come poco, bebe bastante y fuma mucho más. Es por encima de todo un poeta de un mundo errante.

Allí transcurre el final de su vida. Cuando le sorprende el último infarto, está escribiendo la poesía de su muerte. El pitillo encendido queda y se consume entre sus dedos amarillentos por la nicotina; el lápiz y el papel están abandonados en el suelo; Alberto, pálido, con los ojos abiertos, muerto en su cama. Creo y confieso que no conozco a ningún poeta que transcribiese su propia muerte. Al hacer el recordatorio, Alberto no pudo emitir sus últimos párrafos repitiendo en cada verso “déjame que ya estoy muerto”, escribe y dice:

“Siento la caricia del polvo
Sobre mis huesos
Mariposas cadáveres
Anidan en mis pensamientos
Todos mis ojos son
Párpados negros.
Mi corazón es un erizo
Clavado de crisantemos.
Que de luto por mi vida
Mi carne se está vistiendo.
Que sólo en los ojos de Dios
Puedo encontrar mi espejo”
El escritor y compañero Toméu le despide así:

“Moriste solo, pausadamente, sin darte cuenta, pese a ello, y no me importa lo que pudiera haber en tu pasado, quisiera para mí la justicia que a ti se te haya hecho, el premio que a ti te hayan dado, y si no lo hubiera yo tampoco lo quiero”

El poleso y poeta Alberto Vigil-Escalera y Canosa fue “Un hombre fundamentalmente bueno”.

(La biografía aquí transcrita fue publicada por Enrique Medina Vigil-Argüelles en la edición del 30 de abril del año 2002 en La Nueva España de Oviedo)

Algunos  poemas de Alberto Vigil-Escalera y Canosa….

(I)
Mi vida se va cayendo
como nieve mal cuajada.
No siento odio, ni amor.
No quiero atardecer, ni alborada.
En el suelo el pedestal roto
rechaza la rosa
y exige la estatua,
y riéndose han huido
los dos filos de mi espada,
mientras mi vida se va cayendo
como nieve mal cuajada

(II)
Redondo el hombre,
egocéntrico como un paraguas
radiado en ásperos cuchillos,
espera en su furioso girar
clavar y desmenuzar a Dios

(III)
La noche ata
a sus cabellos
¡Cuántas cintas de plata!
¡Qué bravura negra
sobre la noche callada!

(IV)
Tu voz tiene reflejos
al sol robados
y dejos
perlas de amor que han brotado
del claro oscuro:
amor de paloma y vencejo

(V)
Cerraré mis ojos
recuperaré mi noche de terciopelo negro
y esperaré.
Esperaré como el tiempo espera
-apoyado en el silencio-
a la Eternidad

(VI)
Canta, canta siempre,
Deja escuchar tu voz sonora,
Se recolecta el vino en septiembre
Y es tu voz la vendimia de la aurora

(VII)
La noche de cristal negro
la noche negra campana
y el badajo-grillo
que pinta color amarillo
con sus pinceles de patas.
¡Cuánta bravura negra
sobre la noche callada!

(VIII)
Y el hombre medita, sueña;
maá triste, cierra su tienda.
Y piensa: el próximo cliente ¿quién será?
Una cosa, un ser,
o quizás el propio Dios

(IX)
Mi cabeza está llena de armonía;
en ella las ideas danzan
y por el gris del cerebro
vertiginosas resbalan;
mas, ¡ay!, que pena
mis ideas están descalzas

(X)
Sabía que el tiempo es un cuchillo
que cruelmente descuartiza.
y que ese cuchillo es uno
y no es uno mismo
(de ahí la agudeza del filo)



(Palabras de uno y otro)
(I)
Entonces recogí una vieja puerta que colgamos en casa como un retablo; en ella grabé al azar una especie de signos cabalísticos, a los que tú encontraste significado y lo titulaste: gráfico de la penitencia. Alberto, pero si no tiene sentido el grabado. Tampoco lo tiene la penitencia, contestaste
(Tomeu Pons a Alberto Vigil-Escalera)
(II)
No te perdonó el mundo que fueses capaz de vivir sin, como todos, transportar sacos llenos de piedras. Hay gentes, Alberto, bien lo sabes, para los que sólo las montañas son construcciones (Tomeu Pons a Alberto Vigil-Escalera).

(III)
Nos unió el amor elevado de las cosas por el ser y el humilde amor del ser por las cosas.
¡Mas los milagros duran tan poco!
(Alberto Vigil-Escalera)

(IV)
De cualquier forma, mi símbolo no es más que la humildad contenida de las cosas
(Alberto Vigil-Escalera)

(V)
En realidad, la humana tienda siempre está abierta.
Y en estanterías, clavadas en el alma, las emociones se muestran para la venta
(Alberto Vigil-Escalera)


Alberto Vigil-Escalera y Canosa
Óleo de César González Pola, 1960

Publicado por:       Antonio R. Escalera Busto p